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1. ¿Qué es una indulgencia y en qué se diferencia de la absolución que recibimos en la confesión?

Primero hay que distinguir entre culpa y pena. Cuando pecamos, es decir, cuando obramos mal contra Dios, contra nosotros mismos o contra los demás, la culpa es nuestra responsabilidad en ese pecado. La pena, sin embargo, es la consecuencia que tiene ese pecado.
En la confesión, Dios borra la culpa de nuestros pecados, y también condona parte de la pena eterna que deberíamos cumplir tras la muerte a causa de dichos pecados. Pero no la condona totalmente porque los pecados siempre tienen consecuencias.
La pena no es una venganza de Dios, sino la consecuencia de los pecados, así que a lo largo de la vida siempre queda una parte de la pena por expiar (esa que la confesión no puede borrar, y que se llama pena temporal). La pena temporal, que la confesión no borra, se puede purificar, sin embargo, de tres formas: ofreciendo buenas obras y los sufrimientos de esta vida; con el purgatorio, tras la muerte; o con indulgencias.

2. ¿Es necesario ganar indulgencias aunque te hayas confesado?

La confesión es necesaria porque borra la culpa y la pena eterna de la condenación; la indulgencia es una gracia añadida que da un perdón aún mayor. Por eso puede haber confesión sin indulgencia, pero no indulgencia sin confesión.

3. ¿Qué pretende la Iglesia al permitir hacer “borrón y cuenta nueva” con la indulgencia plenaria?

Las indulgencias son un empujón y un regalo inmerecido que Dios nos da, a través de la Iglesia, en el camino de la búsqueda de la  santidad.

4. ¿Existe el peligro de minimizar el efecto del pecado al poder ganar indulgencias tan fácilmente?

Es responsabilidad de cada cristiano tomarse en serio la gravedad del pecado y la ofensa que comete contra Dios cada vez que peca. Y también es su responsabilidad apreciar con sinceridad de corazón la oportunidad única que supone una indulgencia.

5. ¿Hay clases de indulgencias?

Hay indulgencia parcial e indulgencia plenaria, según libere de la pena temporal en parte o totalmente.

6. ¿Podemos obtener indulgencias plenarias para los difuntos?

Sí. De hecho, podemos aplicar  la indulgencia que hemos ganado a un alma del purgatorio.

7. Si esa alma no está en el purgatorio, ¿se pierde mi indulgencia?

¡Nada se pierde en el misterio de la Iglesia, gracias a la comunión de los santos! Incluso los ofrecimientos que hacemos por una persona pueden tener como beneficiaria a la Iglesia en su totalidad.

8. ¿Podemos obtener indulgencias también para personas vivas?

No, porque esa persona está aún en estado de merecimiento (o sea, de merecer no condenarse) de modo que su libertad no puede ser suplida.

9. ¿Cuáles son esas condiciones para obtener la Indulgencia Plenaria?

Cumplir tres condiciones: confesión sacramental, comunión Eucarística y rezar por las intenciones del Papa.

 

Fuente: www.revistamision.com